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Pocas aves resultan tan familiares como la cigüeña blanca y pocas están tan arraigadas en las tradiciones como esta enorme zancuda que un día abandonó sus hábitos montaraces para asociarse al hombre en busca de sustento y protección. Esta especie hubo de soportar durante el pasado siglo una serie de drásticos cambios en los paisajes y los usos rurales que la llevaron a desaparecer en muchas regiones y de los que hoy día -gracias, en parte, a un cambio de hábitos-, se recupera asombrosamente.
Galicia, el paraíso de las cigüeñas. Cada año llegan más y más temprano. Algunas incluso se quedan todas las estaciones.